Recostadas entre plantas de mirto, higos chumbos y lentisco, íntimas zonas de relax con cojines y telas blancas permiten meditar degustando un buen vino, admirar el mar y los colores del atardecer, charlar en buena compañía o escribir una declaración de amor.
Sinuosas colinas, verdes valles, el mar azul del golfo de Asinara, el Burgo medieval de Castelsardo definen el horizonte más allá del cual la vista no puede llegar.